La línea de lo real

Fernando Rodríguez Lafuente

    En las obras de Emma Fernández Granada lo real aparece transformado tras la línea  geométrica de la razón. El desorden natural de las cosas, el vaivén inverosímil de la luz, los  paisajes, el interior y el exterior, lo exótero y esótero de la creación se fijan -sin más límite que el trazo aventurado- en el tiempo. “Busca tu contrario que es tu complementario” recordaba Antonio Machado y esa búsqueda es uno de los elementos que caracterizan, definen, ilustran y advierten tal obra plástica. Un impulso y una reflexión, una búsqueda y una certeza, un mundo real y un mundo soñado. Curiosidad,indagación, líneas y formas que adquieren los rasgos y los perfiles del mapa oculto.

Esa cartografía extraña que sale a la luz sin mayor destino que el trazo mostrado a cada instante. El rigor de los elementos mecánicos, la solidez de las formas arquitectónicas, la sugestiva abstracción de las formas geométricas junto al vuelo surgido de lo más íntimo, al arrebato de pasión que se mezcla y crea una realidad más real. Pintura que integra, que anhela ir al fondo de las cosas, naturalezas espectrales que adivinan los misterios que llenan el espacio inquietante de la creación.

    Una pintura que se recrea en la descripción minuciosa, objetiva, de superficies planas y que, sin embargo, se llena de una curiosa energía, de una arrebatada pasión, de esa línea de lo real que completa lo que se ve y lo que se sueña, la figura humana y las máquinas, la compleja armonía entre la figura y el espacio, los tonos planos y el bajorrelieve interior, lo que se siente y lo que se piensa. Pintura, como la vida, sin rumbo, pero con destino, al azar, deudora de un minucioso azar, descubre e indaga, pregunta y viaja más allá de la mera textura de la obra. Volcán y silencio, pasión y geometría, memoria y mecánica,     atmósferas que se deshacen y que regresan.

    Como, tal vez, fue al principio de las cosas.