Jon Landa



Vitoria,1969



         Aclaración necesaria

Alejandro Quincoces



    Jon Landa asume su papel de realista y figurativo y lo asume a plena conciencia y en todo el sentido de la expresión. El entorno más cotidiano es el asunto que, con variaciones, aborda en una pintura que refleja situaciones, momentos, que por su luz y evocación más le motivan.

    Usa el soporte de una manera sutil pero cálida, aportando una pulsación en el toque que dota a sus imágenes de un plus de materialidad que no conseguiría con un uso más fotográfico.

    Son manifestaciones vivas de apariencias sensibles con un procedimiento artesanal y físico de momentos fugaces e irrepetibles pero fijos en la memoria colectiva. Jon cree en su visión y en la traducción metodológica que de sus visiones hace a través de su trabajo.

    Es frecuente ver en pintores, incluso en los más figurativos y reconocidos, y precisamente por ello, un punto de nihilismo. Una actitud sí, de necesidad de hacer, y a la vez de cierta paradójica descreencia como si hubiese que justificar el pecado.

    A Jon le entusiasman sus “pecados”, cree en ellos, en su mundo, el mundo de la pintura, que practica con devoción y fruición en una activa posición positiva de fe y convicción que logra transmitirnos en cada momento que vemos su obra.

Su experiencia contemplativa es el centro de su obra y de sí mismo, en una reflexión constante sobre la esencia misma del ser pictórico, de una constante ideológica de visión reflexiva y perenne.

    Sus medios, los necesarios para hacer vibrar el color, traslúcido, transparente, opaco a pincel. En una regla técnica asombrosamente efectiva en que nos devuelve la sensación de natural en un todo-uno final plagado de vitalidad, de luz, de coches, gente, asfalto. En una preciosa mecanicidad de factura impecable que sólo debe de sí mismo y su propio mundo, y nos lleva a significados de legitimización de cánones que le siguen siendo útiles como punto de partida y formalización de su lenguaje.

    Armonías y asociaciones nítidas, preferiblemente de cálidos: rosas, amarillos, rojos, “negros” y negruras en las sombras transparentes que dotan de vida a sus vistas, sus panorámicas, en manifestaciones explícitas que nos trasladan eficazmente a un mundo de poesía de lo urbano y celestial, en un panteísmo de símbolos que se dirían perennes si no fuera de la sabida inconsistencia e impermanencia constantes.

    Jon Landa en su papel de mediador nos muestra la inaprensible fugacidad de la inconstancia de la luz, de su materialización en color definida o ambigua de cruces sutiles quebrados haciéndonos una relación de potencia y causalidad formales.

    Precisión como valor permanente y constante en su dibujo, narrando con su direccionalidad y completando sus valoraciones de color y atestiguando la especificidad de su lenguaje de signos explícitos y virtuales que anima un conjunto que podemos leer y reconstruir en su práctica pictórica, completar su desarrollo inteligible o a veces sugerido.   

Jon Landa ilustra el mundo en complejidad de armonías confiándonos su significado y transcendencia, sin posible neutralidad, posicionándose y posicionándonos ante la pintura, mano a mano con su sensibilidad y el común humano variable pero posible de la pintura mejor, de la traducción a pintura de lo visto y lo sentido de forma paciente y llena de fe y activa.

    La estructura clara de sus obras, su uso inteligente del formato y su capacidad para sugerir distancia, localización, perspectiva convierten sus obras en pequeños pero sabios mundos posibles y evocadores.

Jon Landa, decía, asume su papel y su fe figurativa a plena consciencia y nos enseña su credo para hacernos sentir pero también pensar ¿qué tiene esta imagen, que la convierte en tan posible?. La pregunta nunca respondida del todo nos vale mejor que cualquier respuesta y nos mantiene vivos.


    Francis Bacon, en una larga entrevista que se le hizo para la televisión, afirmó, seguramente para la inquietud de algunos que vieron tal entrevista y el estupor de otros, que el arte abstracto nunca le interesó. El entrevistador, que alucina ante la respuesta del nada sospechoso de reaccionario Francis, le larga algunos nombres de la historia del arte como Kandinsky y Marx Ernst. Francis, que escucha estoico, no se amilana y afirma rotundo que el primero nunca le interesó y que el segundo sólo un poco cuando se vuelve más figurativo.

    Escuchar una opinión autorizada en contra de la corriente resulta refrescante y divertido, para variar. Oscar Tusquets nos ha hecho comentarios jugosos sobre este asunto en el capitulo “sin figuración no hay diversión”,de su precioso libro “Más que discutible”.

    Espero que no sea necesario dar toda la razón a Bacon o Hélion y que otros de fuera no tengan que venir a confirmarlo.

No sabemos bien cómo será el arte en el futuro, pero si sabemos que habrá de todo. En esta época en que se manipulan tantas palabras talismán: sostenibilidad, ecología, contemporáneo…


    En un mundo en el que abunda la contaminación ideológica no simplifiquemos hasta el absurdo el valor y significado de la palabra realismo.




NY

Óleo sobre lienzo

150 x 300 cm

© 2012 Galería Patricia Acal    Todos los derechos reservados / All rights reserved

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